Re: LOS 100 MEJORES GUITARRISTAS DE LA HISTORIA
Publicado: Mié Sep 25, 2013 1:38 pm
En el puesto número 31
Ry Cooder
Guitarrista estadounidense conocido por su interés por la música de las raíces de Estados Unidos y, más recientemente, por sus colaboraciones con músicos tradicionales de muchos países, está considerado como uno de los mas notables musicólogos del mundo.
Desde mucho antes de que se pusiera de moda la fusión del rock con los más variados estilos musicales, él ya utilizaba en su trabajo un amplio abanico de influencias musicales tradicionales. En manos de Ry Cooder, la guitarra se vuelve una maquina del tiempo; además del característico uso de la técnica de guitarra llamada slide, propia de la música de blues, junto con las armonías vocales del gospel y los ritmos sureños con toques funk, han impregnado también sus álbumes los sabores regionales del tex-mex, el cajun, el ritmo hawaiano, el country e, incluso, la música reggae.
Ryland Peter Cooder nació el 15 de marzo de 1947 en Los Ángeles, California y allí se expuso a la diversidad de influencias, culturas y personajes que luego sostendrían su inquietud musical. Su oficio ha sido básicamente autodidacta y, pese a la diversidad de géneros que ha abarcado con su trabajo, fue el blues su base inicial de interés y preparación.
Nació prácticamente con una guitarra en las manos: a los tres años ya jugaba con instrumentos más grandes que él. Su padre, apasionado guitarrista y gran coleccionista de discos de canciones románticas y baladas de Woody Guthrie, le enseñó las primeras nociones. Después, el pequeño se dedicó a escuchar sistemáticamente la radio, en especial las emisoras que retransmitían country & western las veinticuatro horas del día. Cuentan las crónicas que con apenas cuatro años ya sabía tocar la guitarra y que practicaba escuchando viejos discos de blues.
Se convirtió así en un jovencísimo maestro de la guitarra, profundizando también estilos particulares, como el "bottleneck" (el característico dedal de acero que, originariamente, era sacado de un cuello de botella roto, de donde procede el nombre) para la guitarra "slide". Con catorce años ya era famoso en los garitos de su zona.
A los 16 años era el mejor guitarrista del área de Los Ángeles. Como vivía en Santa Mónica, cerca del aeropuerto, pedaleaba en la bici para tocar bajo el bramido de los grandes aviones. A veces iba más lejos y se acercaba a la costa del Pacífico. Un niño, el golpe arrítmico de las olas, una guitarra y las canciones de Bob Wills y Kitty Wells que ponían en la radio cuando la radio era radio: así de fácil se escriben las leyendas.
A mediados de los años sesenta formó grupos amateur con los que tocaba versiones instrumentales de los éxitos de la época. Después firmó un primer contrato profesional para una serie de actuaciones en el Ash Grove, un local de Los Angeles. Precisamente allí tuvo la posibilidad de conocer a muchos músicos de soul y country a los que "robó" pequeños, pero útiles secretos.
Para un muchacho introvertido y entusiasmado por la guitarra, el hecho de haber crecido en Los Angeles en la década de los sesenta fue sin duda una suerte. "Toda aquella revolución que provocaron los Beatles propició que fuera realmente posible trabajar en y vivir de la música -afirmaba el propio Cooder-. Antes de aquello, todos los músicos que conocía estaban acabados, hambrientos, muertos, perseguidos y completamente excluidos del mercado laboral imperante. Estoy hablando de los cantantes de blues, los músicos de jazz, los músicos country, etc. Después de los Beatles, sin embargo, hubo muchísima actividad. Todas las compañías discográficas, los propietarios de locales nocturnos y las agencias se preguntaban qué era lo que estaba a punto de suceder, por dónde iba a estallar todo aquello. La gran erupción se produjo al fin y el resultado fue que yo encontré trabajo. Estaba en el instituto y, repentinamente, me encontré ganando dinero a cambio de tocar la guitarra. Fue una cosa increíble."
Durante un tiempo, formó un dúo con la cantautora Jackie DeShannon, que no desembocó en nada concreto. El músico de rock-blues Taj Mahal le llamó para formar parte del grupo Rising Sons como guitarrista fijo. Con él, entró por primera vez en un estudio de grabación: de aquel trabajo sólo publicaron un par de singles. La desilusión por el disco fallido no duró mucho.
Durante unos años, Cooder se dedicó a un intenso, remunerativo y útil trabajo como músico de estudio. De esta manera tuvo oportunidad de profundizar en el conocimiento de las técnicas de grabación, de acumular experiencias y de conocer personas importantes. El elenco de sus colaboradores de aquella época es realmente largo: Randy Newman, Phil Ochs, la banda sonora de la película "Candy", Captain Beefheart, y el músico y arreglista Jack Nitzsche. Era el inicio de una carrera como como guitarrista mercenario que le ha llevado en las últimas cinco décadas a colaborar y participar en los discos de decenas de figuras del rock y del blues.
A los 20 nadie le tosía, especialmente con la guitarra steel y, a finales de los años 60, se habló incluso de él como sustituto del fallecido Brian Jones en los Rolling Stones, ya que en esa época estaba muy ligado a ellos. De hecho dicen que fue Ry Cooder quien, en 1968, enseño a Keith Richards la afinación abierta en Sol, que hizo que éste cambiara para siempre su forma de tocar la guitarra. También se dice que los Stones le robaron el riff de "Honky Tonk Woman". Cooder les acusó de plagio, pero el asunto se resolvió fuera de los tribunales.
Los tiempos ya estaban madurando para emprender una actividad en solitario y gracias a sus contactos, firmó un buen contrato con Reprise, y en 1970 grabó y publicó su primer álbum, titulado simplemente "Ry Cooder", una buena tarjeta de presentación de la potencialidad de este artista. Algunas ingenuidades en la producción y un sonido aun verde no lograron ocultar la casta de Cooder. La crítica lo recibió con simpatía y Cooder obtuvo incluso comentarios positivos de Paul Simon.
"Ry Cooder" es un trabajo donde cuenta con numerosos amigos como respaldo entre los que se encuentran Randy Newman, Van Dyke Parks y un elenco de los mejores músicos de la época: Chris Ethridge al bajo y procedente de los Flying Burritos Brothers; Richie Hayward de Little Feat a la batería; Max Bennett bajista de Peggy Lee, Ella Fitzgerald y Joni Mitchell entre muchas mas; John Barbata batería de CSN&Y, Clapton y Jefferson Airplane; el gran Roy Estrada bajista de Frank Zappa y de Little Feat; y Milt Holland recusionista que tocó con Frank Sinatra, Leonard Bernstein, Quincy Jones y Nat King Cole, entre otros.
Con semejante banda, ¿que podemos esperar? Pues eso, un delicioso disco, repleto de matices y de buen rollo. Para abrir la cara A, "Alimony", un tema de Tommy Tucker, un "blues singer-songwriter" de autentico lujo. También destacan "France Chance" de Joe Callicott, "Do Re Mi" del gran Woody Guthrie, "Old Kentucky Home" de Randy Newman y "How Can A Poor Man Stand Such Times And Live?", un temazo compuesto en la gran depresión por Alfred Reed, y un pedazo de historia de la música americana en una versión de Ry que recuerda a The Band en época de gran cosecha.
Ningún tema propio de Ry en esta cara A, pero justamente el talento de compositor de Cooder se demuestra en el primer corte de la cara B con "Avaible Space", único tema suyo en todo el disco, y como no con una brutal demostración de como hay que tocar el slide. "Ry Cooder" es un trabajo que cualquier amante de música sin artificios debería tener, antes de hablar de Ry Cooder.
La originalidad y la sensibilidad cultural de Cooder tuvieron oportunidad de ser apreciadas cuando, en 1972, el guitarrista publicó su segundo álbum, "Into The Purple Valley", fruto de un atento trabajo de búsqueda sobre temas sociales y melodías del período de la gran depresión americana en los años treinta. En él sigue con el blues como protagonista, solo que ahora ya no da prioridad a los sonidos del delta, sino que ofrece una amplia gama que va desde el country blues rural –"Hey Porter" de Johny Cash, "Vigilante Man" de Woody Guthrie– hasta las ramificaciones caribeñas –incluso hay un proyecto de calipso– descubiertas con la ayuda de un bluesman de Bahamas, Joseph Spence.
Ese mismo año, en septiembre, Cooder homenajeó la gran tradición blues con el álbum "Boomer's Story", tercer y último LP de su etapa blues; esta vez con ribetes políticos, y con un "María Elena" instrumental que prueba los aires mejicanos.
A estas alturas, se podría suponer que el músico ya es famoso: lo conocen en los mejores estudios de grabación del mundo, las críticas de los discos fueron óptimas, etc, etc, etc. Nada más lejos de la realidad. Son años de trabajo mal dirigido, grabando sus propios discos como si de un pasatiempo se tratase al finalizar la jornada laboral tocando para otro artista. Colabora en un montón de discos de gente con proyección (los primeros de Terry Melcher, Claudia Lennear, Maria Muldaur, Rita Coolidge) y en algunos de personajes ya curtidos de la casa como Doobie Brothers ("Stampede", 1975), John Sebastian ("Tarzana Kid", 1974) y Arlo Guthrie ("Last Of The Brooklyn Cowboys", 1973).
Todo eso está bien, el nombre aparece en cientos de créditos de discos, los músicos le aprecian, pero su carrera está quedando estrangulada y hace falta replantear su dirección musical, apoyar su tendencia a la esencia con un poco de pop rock comercial; en definitiva, "abrir" su música.
Con "Paradise And Luch" (1974) sintetiza de forma inmejorable la búsqueda llevada a cabo hasta entonces. Portada más alegre, arreglos orquestados, en él se nota una intención –consciente o no, pero probabilidades hay de comprobarlo– de sonar más accesible que en los anteriores, con versiones de autores conocidos del pop como "Mexican Divorce" (Burt Bacharach) o "It’s All Over Now" (Bobby Womack). Sus arreglos de temas tradicionales siguen siendo tan brillantes como siempre, aunque ahora por fin saca a flote cualidades compositoras, como demuestra en "Tattler". Tanto por el color de la funda y el letrerito de la contraportada, como por las dos canciones de melodías fronterizas, se puede intuir un acercamiento a este género.
Lo confirma "Chicken Skin Music" (1976). En este soberbio álbum, Cooder se divierte mezclando rock con canciones tex-mex (melodías que son fruto de la fusión entre la población anglosajona de Texas y la hispana de México) y con sonidos hawaianos. El mestizaje entre culturas se completa con la presencia del famoso acordeonista Flaco Jiménez.
Empieza y acaba con dos canciones de Lead Belly. Entre ellas, desarrolla con instrumentación tex-mex la clásica "He’ll Have To Go" y una apreciada versión de "Stand By Me" de Leiber, Stoller y Ben E. King. La sorpresa verdadera la ponen "Yellow Roses" y "Chloe", legados de su colaboración con los músicos hawaianos Atta Isaacs y Gabby Pahinui (los invitados exóticos de Ry suelen funcionar como alicientes para dotar de credibilidad a sus experimentos).
Fruto de esta nueva aventura es el directo "Show Time" (1977), donde nuestro hombre demuestra con cruces insólitos la universalidad de la música en su ambiente idóneo: ahí es nada tocar un blues como "The Dark End Of The Street" acompañado por el acordeón de Flaco Jiménez. Hasta en el espiritual "Jesus On The Mainline" encuentra un hueco. Aromas de verbena chicana para uno de sus discos con menos pretensiones y más calor.
Pero la fantasía de Cooder no tiene límites: en 1978 concluyó su personal relectura de la historia musical popular americana con el álbum "Jazz", en el que afronta composiciones de Bix Beiderbecke y Jelly Roll Morton. Con "Jazz" vuelve a poner a prueba nuestra capacidad de asombro, aunque él diga que no quedó precisamente contento de los resultados. Es un repaso personal al panorama musical de la América de los años veinte y treinta, la del cruce cultural que se traducía en jazz embrionario, vodevil, swing y ragtime. Vuelve a recurrir a su tutor caribeño Joseph Spence para que le arregle tres temas tradicionales, así como al bueno de David Lindley.
Es un disco que va bien cuando a uno le acaban de tomar el pelo con un nuevo grupo/disco/montaje, cuando se siente harto de pagar mucho y recibir poco, y ve que la música se ha convertido en algo que nunca debió llegar a este punto. En "Jazz" no hay codicia, ni ambición económica, ni revisionismos académicos, aquí solo hay música de un pueblo y una época tocada por un hombre en otra época, y un desprecio total por las reglas que rigen el mundo del disco.
Pero esto tiene un precio, sobre todo si las sesiones ya no son tan frecuentes y los discos se venden poco. Tanto dinamismo tuvo como consecuencia negativa una escasa caracterización de la imagen de Cooder ante el público. Su figura no encontraba manera de brillar hasta el fondo y el público permanecía desorientado.
"Bop Till You Drop" (1979) supone un cambio de enfoque, además del cambio de estilo habitual, con especial atención a los demás instrumentos. Hasta entonces, todo se basaba en la guitarra –sobre todo en los tres primeros discos– mientras los demás músicos apoyaban sin las mismas posibilidades de lucimiento. Ahora, se investiga el sonido –primer LP digital de rock–, se cuidan las voces –fabulosa Chaka Khan en "Down In Hollywood" y "Don’t You Mess Up A Good Thing"– y se busca un espíritu más en contacto con el mercado, como lo prueba la versión de "Little Sister" (tema secundario del repertorio de Elvis Presley).
Esos bocetos variados de R&B tienen su continuidad en "Borderline" (1980), tal vez el LP más completo de su carrera. En él se preserva la credibilidad del músico pero a la vez Warner Bros ha comprendido su potencial comercial e invierte en promocionarlo. Hay temas para todos los gustos, desde los rebosantes de melodía "Down In The Boondocks", "Why Don’t You Try Me" y "The Way We Make A Broken Heart", hasta los que destilan ese tipo de humor que solo aflora en música de comunidades oprimidas ("Crazy ‘Bout An Automobile", "The Girls From Texas").
Y a partir de entonces, la cuesta abajo. No se sabe si porque a Ry le decepcionan las pocas ventas o porque le llueven cada vez más ofertas para hacer bandas sonoras, lo cierto es que el R&B negroide de "The Slide Area" (1982) no cuaja –versiones pobres de "I Need A Woman" de Dylan, "Gypsy Woman" de Curtis Mayfield y "Bue Suede Shoes" de Carl Perkins– y se convierte en su último LP formal por el momento. El cine lo acogió con los brazos abiertos, pero eso viene más abajo.
Su éxito se hallaba ya relativamente consolidado a principios de los ochenta y se prolongó también durante esa década. Prueba de ello es el hecho de que en 1982, en el contexto de la gira europea que emprendió en aquel año, tocó durante ocho noches consecutivas en el Hammersmith Odeon de Londres, con capacidad para 3.600 personas, y en 1988 llenó durante dos noches el Wembley Arena, con una capacidad de 10.000 personas por aquel entonces, junto con su banda Moula-Banda Rhythm Aces.
Después de la gira de 1982, Cooder volvió a su hogar en Santa Mónica y pasó los siguientes cinco años de su vida trabajando en el negocio de las bandas sonoras, aunque en 1986 se editó "Why Don't Yoy Try Me Tonight", un disco recopilatorio que, dada la carencia de grandes éxitos en la carrera de este músico, resulta un tanto subjetivo, al tiempo que pone de manifiesto cuán poco de su material más conocido ha sido escrito por el propio Cooder.
De cualquier forma, nadie habría podido objetar la inclusión en este disco de temas como "Little Sister", "How Can a Poor Man Stand Such Times and Live?" o las magníficas versiones instrumentales de "I Think it's Gonna Work Out Fine" y "Dark End of the Street". Curiosamente, el disco no incluye ningún tema de "The Slide Area", a pesar de haber sido éste el disco de Cooder que más alta posición alcanzó en las listas.
Tras este período de "desintoxicación" Ry Cooder estaba listo para volver a la primera fila, y en otoño de 1987 publicó el espléndido "Get Rhythm", en el que reúne a sus viejos amigos, como Flaco Jiménez y el batería Jim Keltner; el álbum incluye temas de Elvis Presley, Johnny Cash y Chuck Berry y el resultado es un extraordinario trabajo de rock-blues perfumado con sentimiento.
Por otra parte, Cooder tiene uno de los curriculum vitae más prestigiosos del ámbito de la música rock como músico de estudio. Pero a pesar de haber colaborado en álbumes de músicos tan prestigiosos como los Rolling Stones, Johnny Cash, Little Feat, The Doobie Brothers y Van Morrison, por nombrar sólo algunos, lo cierto es que cuando mira hacia atrás y juzga su pasado en esta profesión manifiesta escasa satisfacción: "No prosperé como músico de estudio. Mi educación me llevó allí, pero es un trabajo que enseguida te quema, y actualmente se ha convertido también en algo muy técnico. Tienes que ser realmente bueno y saber hacer trucos de magia con los sintetizadores y todo ese equipo de alta tecnología. No podría tocar en un estudio moderno. No sabría cómo."
A pesar de su éxito notorio en directo, Cooder nunca ha pasado de ser un músico de culto y nunca ha conseguido convertir su música en un producto atractivo para el gran mercado, como obviamente deseaba. Reapareció en 1992 como miembro de Little Village, una especie de supergrupo de música de rock y de raíces, integrado además por John Hiatt, Jim Keltner y Nick Lowe, y que publicaron un álbum titulado también "Litte Village".
A mediados del año 1996 tres sesiones de grabación en los estudios Egrem de La Habana reunieron a varias generaciones de músicos cubanos incluyendo a Rubén González, Compay Segundo voz y guitarra; Eliades Ochoa, guitarra; Orlando "Cachaíto" López, bajo; Manuel Guajiro Mirabal, trompeta; Amadito Valdés, timbales; Carlos González, congas y bongos; y Manuel Puntillita Licea e Ibrahim Ferrer, en la voz.
De esas sesiones salieron "Introducing", "Afro Cuban All Stars (A toda Cuba le gusta)" y "Buena Vista Social Club". Esta trilogía se ha transformado, sin lugar a dudas, en un hito en la música cubana y el punto de partida de este despertar de finales de siglo de cara al público mundial. Ry Cooder formó parte del equipo de producción -junto a Nick Gold y Juan de Marcos González- y es el responsable del álbum "Buena Vista Social Club", donde participa activamente como guitarrista.
Es un disco dedicado a la música tradicional cubana, sin que se deba ver, en palabras de Cooder, "como una fría pieza de museo para admirarla, sino como un disco actual con parte de la música que se oye hoy en las calles de La Habana".
En 2005 Cooder volvió a trabajar en un proyecto completamente personal, lanzando ese año el primer disco de lo que vendría a ser una trilogía de discos conceptuales dedicados a su California natal.
En junio de ese año presentó un nuevo trabajo, "Chavez Ravine", cuyo nombre hace referencia a un barrio del este de Los Ángeles cuyos residentes, en su mayoría chicanos, abandonaron en 1959 con las promesas de una remodelación que jamás tuvo lugar, fue demolido para construir el Dodger Stadium.
"Chávez Ravine" estaba poblada a mediados del siglo pasado principalmente por inmigrantes mexicanos y Cooder, sabiamente, decide darle gran espacio a voces mexicanas, algunas de las cuales, como la del padre de la música chicana Lalo Guerrero, vivieron en Chávez Ravine antes de su destrucción. Por lo tanto, el lenguaje tanto vocal como musical del disco en su mayoría es el español por lo que se repasan géneros originados al sur del Río Grande como los corridos, los guaraches, el boogie y la rumba.
Con el segundo disco de la trilogía, lanzado en 2007 bajo el titulo de "My Name Is Buddy", Cooder pone su atención en las primeras décadas del siglo XX, época fértil para lo que fue el inicio de la organización laboral estadounidense y sus luchas por mejores condiciones de trabajo. Estados Unidos, siendo una sociedad liderada por magnates a los que siempre les fue más conveniente exaltar el mito del éxito individualista, le pasó el bulldozer por encima a estos tiempos de rebelión sindicalista pero, al igual que con "Chávez Ravine", Cooder lo rescata de los escombros para relatar la historia de una Norteamérica ahora desconocida.
"My Name is Buddy" nos lleva por un viaje musical que nos recuerda el folk, blues, country y bluegrass que hizo famosos a artistas como Pete Seeger (el cual, a sus ochenta y pico de años, aparece en el disco). Musical y líricamente es un disco menos exuberante que el "Chavez Ravine" pero no por eso menos nostálgico, en una época en que la solidaridad y la hermandad eran una prioridad para gran número de estadounidenses.
El ultimo capitulo de esta trilogía es "I, Flathead", el cual se enfoca principalmente en la vida y milagros de Kash Buk, un corredor de automóviles en los desiertos salinos de California (el “flathead” del título es un tipo de motor para un Ford). Manteniéndose fiel a sus costumbres, Cooder nos recuenta esta vez también a una subcultura olvidada de corredores de automóviles que viajan hasta las temperaturas inaguantables del desierto con el único motivo de darle rienda suelta a su adrenalina.
Musicalmente no es tan interesante como los anteriores dos discos, sigue un mapa musical relativamente predecible con roots rock, folk, country, música tex-mex, etc. Pero es un más que disfrutable punto final para esta trilogía californiana (además de que incluye una de las mejores canciones en estos tres discos, "5000 Country Music Songs").
Su último álbum "Pull Up Some Dust And Sit Down" (2011) no es un álbum conceptual, pero está conformado por canciones que son crónicas actuales de la debacle económica de los Estados Unidos y sus consecuencias. Elocuente en ese sentido es el track que abre el disco, "No Banker Left Behind", con un ritmo que rememora a sus primeros años. El álbum, obviamente, es un collage de estilos: hay baladas ("Dirty Chateau" y "Baby Joined The Army"), corrido mexicano ("El corrido de Jessie James"), gospel ("Lord Tell Me Why"), rumba rock ("I Want My Crown"), reggae ("Humpty Dumpty World") y tex-mex ("Dreamer").
También hay blues, claro. "John Lee Hooker For President" es un tema exquisito, tal vez el mejor del disco, no sólo por el ritmo de boogie cadencioso, sino por la ingeniosa y sarcástica letra. Así pues, "Pull Up Some Dust And Sit Down", es un disco excelente y conmovedor que ratifica que Cooder no ha perdido la creatividad ni la sensibilidad para escribir grandes canciones.
Ry Cooder en el Cine
Sus primeros contactos con el cine son como instrumentista. La guitarra de Cooder se puede escuchar en películas como "Performance" o "Deliverance". En 1980 el director Walter Hill le convence para que componga su primera banda sonora. Se trata de la película “Forajidos de leyenda”, un western inspirado en las andanzas de la banda de Frank y Jessie James. En ella Ry ya deja patente su estilo melancólico y fronterizo que se hunde en lo más profundo de la cultura americana. La película no es muy afortunada y se reveló como uno de los grandes fracasos de la historia de Hollywood, pero se salva por las canciones compuestas e interpretadas por Cooder.
Con Walter Hill el músico establecerá una fructífera relación que les llevará a colaborar en una decena de títulos como, "La presa", "Johnny el Guapo", "Calles de Fuego" o "Cruce de Caminos" una película en torno al mundo del blues que Ry Cooder tanto adora. En esta película Ry era quien realmente tocaba la guitarra en las escenas en las que supuestamente lo hacía Ralph Macchio.
Ry Cooder ha colaborado con otros directores como Louis Malle en "Bahía del Odio", con Michelle Manning en "Blue City" o con Tony Richardson, para el que compuso otra de sus mejores bandas sonoras como es la de "La Frontera". Pero sin duda el trabajo más recordado del compositor llegó de la mano de Win Wenders. La guitarra árida y triste de Ry Cooder ambientaba magistralmente "Paris,Texas" cuya melodía principal se hizo muy popular en España como sintonía del programa televisivo Documentos TV. La película ganó el festival de Cannes y esto benefició también a Cooder, que vivió un período de gran popularidad.
Con Win Wenders volvería a colaborar en "El final de la violencia" y sobre todo en un documental que cuenta uno de los episodios más conocidos y exitosos de la carrera de Ry Cooder: Wenders quiso hacer un documental con la historia de "Buena Vista Social Club", y en él se ve a Ry Cooder grabando con los músicos o actuando con ellos en Ámsterdam y en el Carnaggie Hall de Nueva York.
Aunque el prestigio de Ry Cooder estaba en lo más alto por entonces, curiosamente su carrera en la música de cine se estancó ese mismo año. Su última banda sonora completa la grabó en 1998 para la película "Primary Colors". Desde entonces solo ha compuesto para el cine tres temas para la banda sonora de "My Blueberry Nights", de Won Kar Wai.
Ry Cooder explicaba en una entrevista que si no ha vuelto a crear bandas sonoras es simple y llanamente porque no ha recibido desde entonces ningún encargo que merezca la pena. Sea como sea, seguiremos atentos a sus discos en cualquiera de los géneros que practica o a su música de cine si en el futuro retoma su carrera en este campo porque, como decía su amigo el director Walter Hill, a Ry Cooder hay que seguirle siempre la pista porque se trata de uno de los más grandes y genuinos artistas norteamericanos.
Discografía
En solitario
Ry Cooder (1970)
Into the Purple Valley (1972)
Boomer's Story (1972)
Paradise and Lunch (1974)
Chicken Skin Music (1976)
Showtime (1977)
Jazz (1978)
Bop Till You Drop (1979)
Borderline (1980)
The Slide Area (1982)
Get Rhythm (1987)
Chávez Ravine (2005)
My Name Is Buddy (2007)
I, Flathead (2008)
Pull Up Some Dust and Sit Down (2011)
Recopilatorios
Why Don't You Try Me Tonight (1986)
River Rescue – The Very Best Of Ry Cooder (1994)
Music by Ry Cooder (1995)
The Ry Cooder Anthology: The UFO Has Landed ( 2008)
Colaboraciones
Tanyet (1967) (con The Ceyleib People)
Ry Cooder and the Moula Banda Rhythm Aces: Let's have a ball (1988)
Rising Sons featuring Taj Mahal and Ry Cooder with Rising Sons (grabado 1965/66, editado 1992)
Little Village (1992)
A Meeting by the River (1993) (cnon Vishwa Mohan Bhatt)
Talking Timbuktu (1994) (co Ali Farka Touré)
The Long Black Veil (1995) (con The Chieftains)
Buena Vista Social Club (1997)
Hollow Bamboo con Jon Hassell y Ronu Majumdar (2000)
Mambo Sinuendo (2003) (con Manuel Galbán)
San Patricio (2010) (con The Chieftains)
Live in San Francisco (2013) (con Corridos Famosos)
Bandas Sonoras
Performance (1970)
The Long Riders (1980)
Southern Comfort (1981)
The Border (1982)
Streets of Fire (1984)
Paris, Texas (February 1985)
Music from Alamo Bay (1985)
Blue City (1986)
Crossroads (1986)
Cocktail (1988)
Johnny Handsome (1989)
Trespass (1993)
Geronimo: An American Legend (1993)
Last Man Standing (1996)
The End of Violence (1997)
Primary Colors (1998)
Fuentes: angelicaol.blogspot.com.es, Flickr, tsi-na-pah.blogspot.com.es, lachopshop.blogspot.com.es, anapapaya.com, mcnbiografias.com, blogs.cadenaser.com, historiasderock.es.tl, 20minutos.es, rockdelux.com y Wikipedia
Ry Cooder
Guitarrista estadounidense conocido por su interés por la música de las raíces de Estados Unidos y, más recientemente, por sus colaboraciones con músicos tradicionales de muchos países, está considerado como uno de los mas notables musicólogos del mundo.
Desde mucho antes de que se pusiera de moda la fusión del rock con los más variados estilos musicales, él ya utilizaba en su trabajo un amplio abanico de influencias musicales tradicionales. En manos de Ry Cooder, la guitarra se vuelve una maquina del tiempo; además del característico uso de la técnica de guitarra llamada slide, propia de la música de blues, junto con las armonías vocales del gospel y los ritmos sureños con toques funk, han impregnado también sus álbumes los sabores regionales del tex-mex, el cajun, el ritmo hawaiano, el country e, incluso, la música reggae.
Ryland Peter Cooder nació el 15 de marzo de 1947 en Los Ángeles, California y allí se expuso a la diversidad de influencias, culturas y personajes que luego sostendrían su inquietud musical. Su oficio ha sido básicamente autodidacta y, pese a la diversidad de géneros que ha abarcado con su trabajo, fue el blues su base inicial de interés y preparación.
Nació prácticamente con una guitarra en las manos: a los tres años ya jugaba con instrumentos más grandes que él. Su padre, apasionado guitarrista y gran coleccionista de discos de canciones románticas y baladas de Woody Guthrie, le enseñó las primeras nociones. Después, el pequeño se dedicó a escuchar sistemáticamente la radio, en especial las emisoras que retransmitían country & western las veinticuatro horas del día. Cuentan las crónicas que con apenas cuatro años ya sabía tocar la guitarra y que practicaba escuchando viejos discos de blues.
Se convirtió así en un jovencísimo maestro de la guitarra, profundizando también estilos particulares, como el "bottleneck" (el característico dedal de acero que, originariamente, era sacado de un cuello de botella roto, de donde procede el nombre) para la guitarra "slide". Con catorce años ya era famoso en los garitos de su zona.
A los 16 años era el mejor guitarrista del área de Los Ángeles. Como vivía en Santa Mónica, cerca del aeropuerto, pedaleaba en la bici para tocar bajo el bramido de los grandes aviones. A veces iba más lejos y se acercaba a la costa del Pacífico. Un niño, el golpe arrítmico de las olas, una guitarra y las canciones de Bob Wills y Kitty Wells que ponían en la radio cuando la radio era radio: así de fácil se escriben las leyendas.
A mediados de los años sesenta formó grupos amateur con los que tocaba versiones instrumentales de los éxitos de la época. Después firmó un primer contrato profesional para una serie de actuaciones en el Ash Grove, un local de Los Angeles. Precisamente allí tuvo la posibilidad de conocer a muchos músicos de soul y country a los que "robó" pequeños, pero útiles secretos.
Para un muchacho introvertido y entusiasmado por la guitarra, el hecho de haber crecido en Los Angeles en la década de los sesenta fue sin duda una suerte. "Toda aquella revolución que provocaron los Beatles propició que fuera realmente posible trabajar en y vivir de la música -afirmaba el propio Cooder-. Antes de aquello, todos los músicos que conocía estaban acabados, hambrientos, muertos, perseguidos y completamente excluidos del mercado laboral imperante. Estoy hablando de los cantantes de blues, los músicos de jazz, los músicos country, etc. Después de los Beatles, sin embargo, hubo muchísima actividad. Todas las compañías discográficas, los propietarios de locales nocturnos y las agencias se preguntaban qué era lo que estaba a punto de suceder, por dónde iba a estallar todo aquello. La gran erupción se produjo al fin y el resultado fue que yo encontré trabajo. Estaba en el instituto y, repentinamente, me encontré ganando dinero a cambio de tocar la guitarra. Fue una cosa increíble."
Durante un tiempo, formó un dúo con la cantautora Jackie DeShannon, que no desembocó en nada concreto. El músico de rock-blues Taj Mahal le llamó para formar parte del grupo Rising Sons como guitarrista fijo. Con él, entró por primera vez en un estudio de grabación: de aquel trabajo sólo publicaron un par de singles. La desilusión por el disco fallido no duró mucho.
Durante unos años, Cooder se dedicó a un intenso, remunerativo y útil trabajo como músico de estudio. De esta manera tuvo oportunidad de profundizar en el conocimiento de las técnicas de grabación, de acumular experiencias y de conocer personas importantes. El elenco de sus colaboradores de aquella época es realmente largo: Randy Newman, Phil Ochs, la banda sonora de la película "Candy", Captain Beefheart, y el músico y arreglista Jack Nitzsche. Era el inicio de una carrera como como guitarrista mercenario que le ha llevado en las últimas cinco décadas a colaborar y participar en los discos de decenas de figuras del rock y del blues.
A los 20 nadie le tosía, especialmente con la guitarra steel y, a finales de los años 60, se habló incluso de él como sustituto del fallecido Brian Jones en los Rolling Stones, ya que en esa época estaba muy ligado a ellos. De hecho dicen que fue Ry Cooder quien, en 1968, enseño a Keith Richards la afinación abierta en Sol, que hizo que éste cambiara para siempre su forma de tocar la guitarra. También se dice que los Stones le robaron el riff de "Honky Tonk Woman". Cooder les acusó de plagio, pero el asunto se resolvió fuera de los tribunales.
Los tiempos ya estaban madurando para emprender una actividad en solitario y gracias a sus contactos, firmó un buen contrato con Reprise, y en 1970 grabó y publicó su primer álbum, titulado simplemente "Ry Cooder", una buena tarjeta de presentación de la potencialidad de este artista. Algunas ingenuidades en la producción y un sonido aun verde no lograron ocultar la casta de Cooder. La crítica lo recibió con simpatía y Cooder obtuvo incluso comentarios positivos de Paul Simon.
"Ry Cooder" es un trabajo donde cuenta con numerosos amigos como respaldo entre los que se encuentran Randy Newman, Van Dyke Parks y un elenco de los mejores músicos de la época: Chris Ethridge al bajo y procedente de los Flying Burritos Brothers; Richie Hayward de Little Feat a la batería; Max Bennett bajista de Peggy Lee, Ella Fitzgerald y Joni Mitchell entre muchas mas; John Barbata batería de CSN&Y, Clapton y Jefferson Airplane; el gran Roy Estrada bajista de Frank Zappa y de Little Feat; y Milt Holland recusionista que tocó con Frank Sinatra, Leonard Bernstein, Quincy Jones y Nat King Cole, entre otros.
Con semejante banda, ¿que podemos esperar? Pues eso, un delicioso disco, repleto de matices y de buen rollo. Para abrir la cara A, "Alimony", un tema de Tommy Tucker, un "blues singer-songwriter" de autentico lujo. También destacan "France Chance" de Joe Callicott, "Do Re Mi" del gran Woody Guthrie, "Old Kentucky Home" de Randy Newman y "How Can A Poor Man Stand Such Times And Live?", un temazo compuesto en la gran depresión por Alfred Reed, y un pedazo de historia de la música americana en una versión de Ry que recuerda a The Band en época de gran cosecha.
Ningún tema propio de Ry en esta cara A, pero justamente el talento de compositor de Cooder se demuestra en el primer corte de la cara B con "Avaible Space", único tema suyo en todo el disco, y como no con una brutal demostración de como hay que tocar el slide. "Ry Cooder" es un trabajo que cualquier amante de música sin artificios debería tener, antes de hablar de Ry Cooder.
La originalidad y la sensibilidad cultural de Cooder tuvieron oportunidad de ser apreciadas cuando, en 1972, el guitarrista publicó su segundo álbum, "Into The Purple Valley", fruto de un atento trabajo de búsqueda sobre temas sociales y melodías del período de la gran depresión americana en los años treinta. En él sigue con el blues como protagonista, solo que ahora ya no da prioridad a los sonidos del delta, sino que ofrece una amplia gama que va desde el country blues rural –"Hey Porter" de Johny Cash, "Vigilante Man" de Woody Guthrie– hasta las ramificaciones caribeñas –incluso hay un proyecto de calipso– descubiertas con la ayuda de un bluesman de Bahamas, Joseph Spence.
Ese mismo año, en septiembre, Cooder homenajeó la gran tradición blues con el álbum "Boomer's Story", tercer y último LP de su etapa blues; esta vez con ribetes políticos, y con un "María Elena" instrumental que prueba los aires mejicanos.
A estas alturas, se podría suponer que el músico ya es famoso: lo conocen en los mejores estudios de grabación del mundo, las críticas de los discos fueron óptimas, etc, etc, etc. Nada más lejos de la realidad. Son años de trabajo mal dirigido, grabando sus propios discos como si de un pasatiempo se tratase al finalizar la jornada laboral tocando para otro artista. Colabora en un montón de discos de gente con proyección (los primeros de Terry Melcher, Claudia Lennear, Maria Muldaur, Rita Coolidge) y en algunos de personajes ya curtidos de la casa como Doobie Brothers ("Stampede", 1975), John Sebastian ("Tarzana Kid", 1974) y Arlo Guthrie ("Last Of The Brooklyn Cowboys", 1973).
Todo eso está bien, el nombre aparece en cientos de créditos de discos, los músicos le aprecian, pero su carrera está quedando estrangulada y hace falta replantear su dirección musical, apoyar su tendencia a la esencia con un poco de pop rock comercial; en definitiva, "abrir" su música.
Con "Paradise And Luch" (1974) sintetiza de forma inmejorable la búsqueda llevada a cabo hasta entonces. Portada más alegre, arreglos orquestados, en él se nota una intención –consciente o no, pero probabilidades hay de comprobarlo– de sonar más accesible que en los anteriores, con versiones de autores conocidos del pop como "Mexican Divorce" (Burt Bacharach) o "It’s All Over Now" (Bobby Womack). Sus arreglos de temas tradicionales siguen siendo tan brillantes como siempre, aunque ahora por fin saca a flote cualidades compositoras, como demuestra en "Tattler". Tanto por el color de la funda y el letrerito de la contraportada, como por las dos canciones de melodías fronterizas, se puede intuir un acercamiento a este género.
Lo confirma "Chicken Skin Music" (1976). En este soberbio álbum, Cooder se divierte mezclando rock con canciones tex-mex (melodías que son fruto de la fusión entre la población anglosajona de Texas y la hispana de México) y con sonidos hawaianos. El mestizaje entre culturas se completa con la presencia del famoso acordeonista Flaco Jiménez.
Empieza y acaba con dos canciones de Lead Belly. Entre ellas, desarrolla con instrumentación tex-mex la clásica "He’ll Have To Go" y una apreciada versión de "Stand By Me" de Leiber, Stoller y Ben E. King. La sorpresa verdadera la ponen "Yellow Roses" y "Chloe", legados de su colaboración con los músicos hawaianos Atta Isaacs y Gabby Pahinui (los invitados exóticos de Ry suelen funcionar como alicientes para dotar de credibilidad a sus experimentos).
Fruto de esta nueva aventura es el directo "Show Time" (1977), donde nuestro hombre demuestra con cruces insólitos la universalidad de la música en su ambiente idóneo: ahí es nada tocar un blues como "The Dark End Of The Street" acompañado por el acordeón de Flaco Jiménez. Hasta en el espiritual "Jesus On The Mainline" encuentra un hueco. Aromas de verbena chicana para uno de sus discos con menos pretensiones y más calor.
Pero la fantasía de Cooder no tiene límites: en 1978 concluyó su personal relectura de la historia musical popular americana con el álbum "Jazz", en el que afronta composiciones de Bix Beiderbecke y Jelly Roll Morton. Con "Jazz" vuelve a poner a prueba nuestra capacidad de asombro, aunque él diga que no quedó precisamente contento de los resultados. Es un repaso personal al panorama musical de la América de los años veinte y treinta, la del cruce cultural que se traducía en jazz embrionario, vodevil, swing y ragtime. Vuelve a recurrir a su tutor caribeño Joseph Spence para que le arregle tres temas tradicionales, así como al bueno de David Lindley.
Es un disco que va bien cuando a uno le acaban de tomar el pelo con un nuevo grupo/disco/montaje, cuando se siente harto de pagar mucho y recibir poco, y ve que la música se ha convertido en algo que nunca debió llegar a este punto. En "Jazz" no hay codicia, ni ambición económica, ni revisionismos académicos, aquí solo hay música de un pueblo y una época tocada por un hombre en otra época, y un desprecio total por las reglas que rigen el mundo del disco.
Pero esto tiene un precio, sobre todo si las sesiones ya no son tan frecuentes y los discos se venden poco. Tanto dinamismo tuvo como consecuencia negativa una escasa caracterización de la imagen de Cooder ante el público. Su figura no encontraba manera de brillar hasta el fondo y el público permanecía desorientado.
"Bop Till You Drop" (1979) supone un cambio de enfoque, además del cambio de estilo habitual, con especial atención a los demás instrumentos. Hasta entonces, todo se basaba en la guitarra –sobre todo en los tres primeros discos– mientras los demás músicos apoyaban sin las mismas posibilidades de lucimiento. Ahora, se investiga el sonido –primer LP digital de rock–, se cuidan las voces –fabulosa Chaka Khan en "Down In Hollywood" y "Don’t You Mess Up A Good Thing"– y se busca un espíritu más en contacto con el mercado, como lo prueba la versión de "Little Sister" (tema secundario del repertorio de Elvis Presley).
Esos bocetos variados de R&B tienen su continuidad en "Borderline" (1980), tal vez el LP más completo de su carrera. En él se preserva la credibilidad del músico pero a la vez Warner Bros ha comprendido su potencial comercial e invierte en promocionarlo. Hay temas para todos los gustos, desde los rebosantes de melodía "Down In The Boondocks", "Why Don’t You Try Me" y "The Way We Make A Broken Heart", hasta los que destilan ese tipo de humor que solo aflora en música de comunidades oprimidas ("Crazy ‘Bout An Automobile", "The Girls From Texas").
Y a partir de entonces, la cuesta abajo. No se sabe si porque a Ry le decepcionan las pocas ventas o porque le llueven cada vez más ofertas para hacer bandas sonoras, lo cierto es que el R&B negroide de "The Slide Area" (1982) no cuaja –versiones pobres de "I Need A Woman" de Dylan, "Gypsy Woman" de Curtis Mayfield y "Bue Suede Shoes" de Carl Perkins– y se convierte en su último LP formal por el momento. El cine lo acogió con los brazos abiertos, pero eso viene más abajo.
Su éxito se hallaba ya relativamente consolidado a principios de los ochenta y se prolongó también durante esa década. Prueba de ello es el hecho de que en 1982, en el contexto de la gira europea que emprendió en aquel año, tocó durante ocho noches consecutivas en el Hammersmith Odeon de Londres, con capacidad para 3.600 personas, y en 1988 llenó durante dos noches el Wembley Arena, con una capacidad de 10.000 personas por aquel entonces, junto con su banda Moula-Banda Rhythm Aces.
Después de la gira de 1982, Cooder volvió a su hogar en Santa Mónica y pasó los siguientes cinco años de su vida trabajando en el negocio de las bandas sonoras, aunque en 1986 se editó "Why Don't Yoy Try Me Tonight", un disco recopilatorio que, dada la carencia de grandes éxitos en la carrera de este músico, resulta un tanto subjetivo, al tiempo que pone de manifiesto cuán poco de su material más conocido ha sido escrito por el propio Cooder.
De cualquier forma, nadie habría podido objetar la inclusión en este disco de temas como "Little Sister", "How Can a Poor Man Stand Such Times and Live?" o las magníficas versiones instrumentales de "I Think it's Gonna Work Out Fine" y "Dark End of the Street". Curiosamente, el disco no incluye ningún tema de "The Slide Area", a pesar de haber sido éste el disco de Cooder que más alta posición alcanzó en las listas.
Tras este período de "desintoxicación" Ry Cooder estaba listo para volver a la primera fila, y en otoño de 1987 publicó el espléndido "Get Rhythm", en el que reúne a sus viejos amigos, como Flaco Jiménez y el batería Jim Keltner; el álbum incluye temas de Elvis Presley, Johnny Cash y Chuck Berry y el resultado es un extraordinario trabajo de rock-blues perfumado con sentimiento.
Por otra parte, Cooder tiene uno de los curriculum vitae más prestigiosos del ámbito de la música rock como músico de estudio. Pero a pesar de haber colaborado en álbumes de músicos tan prestigiosos como los Rolling Stones, Johnny Cash, Little Feat, The Doobie Brothers y Van Morrison, por nombrar sólo algunos, lo cierto es que cuando mira hacia atrás y juzga su pasado en esta profesión manifiesta escasa satisfacción: "No prosperé como músico de estudio. Mi educación me llevó allí, pero es un trabajo que enseguida te quema, y actualmente se ha convertido también en algo muy técnico. Tienes que ser realmente bueno y saber hacer trucos de magia con los sintetizadores y todo ese equipo de alta tecnología. No podría tocar en un estudio moderno. No sabría cómo."
A pesar de su éxito notorio en directo, Cooder nunca ha pasado de ser un músico de culto y nunca ha conseguido convertir su música en un producto atractivo para el gran mercado, como obviamente deseaba. Reapareció en 1992 como miembro de Little Village, una especie de supergrupo de música de rock y de raíces, integrado además por John Hiatt, Jim Keltner y Nick Lowe, y que publicaron un álbum titulado también "Litte Village".
A mediados del año 1996 tres sesiones de grabación en los estudios Egrem de La Habana reunieron a varias generaciones de músicos cubanos incluyendo a Rubén González, Compay Segundo voz y guitarra; Eliades Ochoa, guitarra; Orlando "Cachaíto" López, bajo; Manuel Guajiro Mirabal, trompeta; Amadito Valdés, timbales; Carlos González, congas y bongos; y Manuel Puntillita Licea e Ibrahim Ferrer, en la voz.
De esas sesiones salieron "Introducing", "Afro Cuban All Stars (A toda Cuba le gusta)" y "Buena Vista Social Club". Esta trilogía se ha transformado, sin lugar a dudas, en un hito en la música cubana y el punto de partida de este despertar de finales de siglo de cara al público mundial. Ry Cooder formó parte del equipo de producción -junto a Nick Gold y Juan de Marcos González- y es el responsable del álbum "Buena Vista Social Club", donde participa activamente como guitarrista.
Es un disco dedicado a la música tradicional cubana, sin que se deba ver, en palabras de Cooder, "como una fría pieza de museo para admirarla, sino como un disco actual con parte de la música que se oye hoy en las calles de La Habana".
En 2005 Cooder volvió a trabajar en un proyecto completamente personal, lanzando ese año el primer disco de lo que vendría a ser una trilogía de discos conceptuales dedicados a su California natal.
En junio de ese año presentó un nuevo trabajo, "Chavez Ravine", cuyo nombre hace referencia a un barrio del este de Los Ángeles cuyos residentes, en su mayoría chicanos, abandonaron en 1959 con las promesas de una remodelación que jamás tuvo lugar, fue demolido para construir el Dodger Stadium.
"Chávez Ravine" estaba poblada a mediados del siglo pasado principalmente por inmigrantes mexicanos y Cooder, sabiamente, decide darle gran espacio a voces mexicanas, algunas de las cuales, como la del padre de la música chicana Lalo Guerrero, vivieron en Chávez Ravine antes de su destrucción. Por lo tanto, el lenguaje tanto vocal como musical del disco en su mayoría es el español por lo que se repasan géneros originados al sur del Río Grande como los corridos, los guaraches, el boogie y la rumba.
Con el segundo disco de la trilogía, lanzado en 2007 bajo el titulo de "My Name Is Buddy", Cooder pone su atención en las primeras décadas del siglo XX, época fértil para lo que fue el inicio de la organización laboral estadounidense y sus luchas por mejores condiciones de trabajo. Estados Unidos, siendo una sociedad liderada por magnates a los que siempre les fue más conveniente exaltar el mito del éxito individualista, le pasó el bulldozer por encima a estos tiempos de rebelión sindicalista pero, al igual que con "Chávez Ravine", Cooder lo rescata de los escombros para relatar la historia de una Norteamérica ahora desconocida.
"My Name is Buddy" nos lleva por un viaje musical que nos recuerda el folk, blues, country y bluegrass que hizo famosos a artistas como Pete Seeger (el cual, a sus ochenta y pico de años, aparece en el disco). Musical y líricamente es un disco menos exuberante que el "Chavez Ravine" pero no por eso menos nostálgico, en una época en que la solidaridad y la hermandad eran una prioridad para gran número de estadounidenses.
El ultimo capitulo de esta trilogía es "I, Flathead", el cual se enfoca principalmente en la vida y milagros de Kash Buk, un corredor de automóviles en los desiertos salinos de California (el “flathead” del título es un tipo de motor para un Ford). Manteniéndose fiel a sus costumbres, Cooder nos recuenta esta vez también a una subcultura olvidada de corredores de automóviles que viajan hasta las temperaturas inaguantables del desierto con el único motivo de darle rienda suelta a su adrenalina.
Musicalmente no es tan interesante como los anteriores dos discos, sigue un mapa musical relativamente predecible con roots rock, folk, country, música tex-mex, etc. Pero es un más que disfrutable punto final para esta trilogía californiana (además de que incluye una de las mejores canciones en estos tres discos, "5000 Country Music Songs").
Su último álbum "Pull Up Some Dust And Sit Down" (2011) no es un álbum conceptual, pero está conformado por canciones que son crónicas actuales de la debacle económica de los Estados Unidos y sus consecuencias. Elocuente en ese sentido es el track que abre el disco, "No Banker Left Behind", con un ritmo que rememora a sus primeros años. El álbum, obviamente, es un collage de estilos: hay baladas ("Dirty Chateau" y "Baby Joined The Army"), corrido mexicano ("El corrido de Jessie James"), gospel ("Lord Tell Me Why"), rumba rock ("I Want My Crown"), reggae ("Humpty Dumpty World") y tex-mex ("Dreamer").
También hay blues, claro. "John Lee Hooker For President" es un tema exquisito, tal vez el mejor del disco, no sólo por el ritmo de boogie cadencioso, sino por la ingeniosa y sarcástica letra. Así pues, "Pull Up Some Dust And Sit Down", es un disco excelente y conmovedor que ratifica que Cooder no ha perdido la creatividad ni la sensibilidad para escribir grandes canciones.
Ry Cooder en el Cine
Sus primeros contactos con el cine son como instrumentista. La guitarra de Cooder se puede escuchar en películas como "Performance" o "Deliverance". En 1980 el director Walter Hill le convence para que componga su primera banda sonora. Se trata de la película “Forajidos de leyenda”, un western inspirado en las andanzas de la banda de Frank y Jessie James. En ella Ry ya deja patente su estilo melancólico y fronterizo que se hunde en lo más profundo de la cultura americana. La película no es muy afortunada y se reveló como uno de los grandes fracasos de la historia de Hollywood, pero se salva por las canciones compuestas e interpretadas por Cooder.
Con Walter Hill el músico establecerá una fructífera relación que les llevará a colaborar en una decena de títulos como, "La presa", "Johnny el Guapo", "Calles de Fuego" o "Cruce de Caminos" una película en torno al mundo del blues que Ry Cooder tanto adora. En esta película Ry era quien realmente tocaba la guitarra en las escenas en las que supuestamente lo hacía Ralph Macchio.
Ry Cooder ha colaborado con otros directores como Louis Malle en "Bahía del Odio", con Michelle Manning en "Blue City" o con Tony Richardson, para el que compuso otra de sus mejores bandas sonoras como es la de "La Frontera". Pero sin duda el trabajo más recordado del compositor llegó de la mano de Win Wenders. La guitarra árida y triste de Ry Cooder ambientaba magistralmente "Paris,Texas" cuya melodía principal se hizo muy popular en España como sintonía del programa televisivo Documentos TV. La película ganó el festival de Cannes y esto benefició también a Cooder, que vivió un período de gran popularidad.
Con Win Wenders volvería a colaborar en "El final de la violencia" y sobre todo en un documental que cuenta uno de los episodios más conocidos y exitosos de la carrera de Ry Cooder: Wenders quiso hacer un documental con la historia de "Buena Vista Social Club", y en él se ve a Ry Cooder grabando con los músicos o actuando con ellos en Ámsterdam y en el Carnaggie Hall de Nueva York.
Aunque el prestigio de Ry Cooder estaba en lo más alto por entonces, curiosamente su carrera en la música de cine se estancó ese mismo año. Su última banda sonora completa la grabó en 1998 para la película "Primary Colors". Desde entonces solo ha compuesto para el cine tres temas para la banda sonora de "My Blueberry Nights", de Won Kar Wai.
Ry Cooder explicaba en una entrevista que si no ha vuelto a crear bandas sonoras es simple y llanamente porque no ha recibido desde entonces ningún encargo que merezca la pena. Sea como sea, seguiremos atentos a sus discos en cualquiera de los géneros que practica o a su música de cine si en el futuro retoma su carrera en este campo porque, como decía su amigo el director Walter Hill, a Ry Cooder hay que seguirle siempre la pista porque se trata de uno de los más grandes y genuinos artistas norteamericanos.
Discografía
En solitario
Ry Cooder (1970)
Into the Purple Valley (1972)
Boomer's Story (1972)
Paradise and Lunch (1974)
Chicken Skin Music (1976)
Showtime (1977)
Jazz (1978)
Bop Till You Drop (1979)
Borderline (1980)
The Slide Area (1982)
Get Rhythm (1987)
Chávez Ravine (2005)
My Name Is Buddy (2007)
I, Flathead (2008)
Pull Up Some Dust and Sit Down (2011)
Recopilatorios
Why Don't You Try Me Tonight (1986)
River Rescue – The Very Best Of Ry Cooder (1994)
Music by Ry Cooder (1995)
The Ry Cooder Anthology: The UFO Has Landed ( 2008)
Colaboraciones
Tanyet (1967) (con The Ceyleib People)
Ry Cooder and the Moula Banda Rhythm Aces: Let's have a ball (1988)
Rising Sons featuring Taj Mahal and Ry Cooder with Rising Sons (grabado 1965/66, editado 1992)
Little Village (1992)
A Meeting by the River (1993) (cnon Vishwa Mohan Bhatt)
Talking Timbuktu (1994) (co Ali Farka Touré)
The Long Black Veil (1995) (con The Chieftains)
Buena Vista Social Club (1997)
Hollow Bamboo con Jon Hassell y Ronu Majumdar (2000)
Mambo Sinuendo (2003) (con Manuel Galbán)
San Patricio (2010) (con The Chieftains)
Live in San Francisco (2013) (con Corridos Famosos)
Bandas Sonoras
Performance (1970)
The Long Riders (1980)
Southern Comfort (1981)
The Border (1982)
Streets of Fire (1984)
Paris, Texas (February 1985)
Music from Alamo Bay (1985)
Blue City (1986)
Crossroads (1986)
Cocktail (1988)
Johnny Handsome (1989)
Trespass (1993)
Geronimo: An American Legend (1993)
Last Man Standing (1996)
The End of Violence (1997)
Primary Colors (1998)
Fuentes: angelicaol.blogspot.com.es, Flickr, tsi-na-pah.blogspot.com.es, lachopshop.blogspot.com.es, anapapaya.com, mcnbiografias.com, blogs.cadenaser.com, historiasderock.es.tl, 20minutos.es, rockdelux.com y Wikipedia