"Busquemos algo bueno, no en apariencia, sino sólido y duradero, y más hermoso por sus partes escondidas; descubrámoslo. No está lejos: se encontrará; sólo hace falta saber hacia dónde extender la mano; mas pasamos, como en tinieblas, al lado de las cosas, tropezando con las mismas que deseamos. Pero para no hacerte dar rodeos, pasaré por alto las opiniones de los demás, pues es cosa larga enumerarlas y refutarlas; oye la nuestra. Cuando digo la nuestra, no me apego a ninguno de los maestros estoicos: también yo tengo derecho a opinar. Por tanto, seguiré a alguno, pediré a otro que divida su tesis, tal vez después de haberlos citado a todos no rechazaré nada de lo que decidieron los anteriores, y diré: “Esto opino también”. Por lo pronto, de acuerdo en esto con todos los estoicos, me atengo a la naturaleza de las cosas; la sabiduría consiste en no apartarse de ella y formarse según su ley y su ejemplo. La vida feliz es, por tanto, la que está conforme con su naturaleza, lo cual no puede suceder más que si, primero, el alma está sana y en constante posesión de su salud; en segundo lugar, si es enérgica y ardiente, magnánima y paciente, adaptable a las circunstancias, cuidadosa sin angustia de su cuerpo y de lo que le pertenece, atenta a las demás cosas que sirven para la vida, sin admirarse de ninguna; si usa de los dones de la fortuna, sin ser esclava de ellos. Comprendes, aunque no lo añadiera, que de ello nace una constante tranquilidad y libertad, una vez alejadas las cosas que nos irritan o nos aterran; pues en lugar de los placeres y de esos goces mezquinos y frágiles, dañosos aún en el mismo desorden, nos viene una gran alegría inquebrantable y constante, y al mismo tiempo la paz y la armonía del alma, y la magnanimidad con la dulzura, pues toda ferocidad procede de debilidad."
"...Ariadna empezaba a tener hambre y pensó que en aquel banco, aunque su nombre fuera tan extraño, tal
vez podría canjear su boleto de la Gran Lotería de la Vida.
En el interior sólo había un viejo mostrador carcomido, tras el cual una abuelita parecía dormir una siesta. No obstante
cuando Ariadna puso el billete esmeralda sobre la madera, la anciana abrió los ojos y le preguntó con suma dulzura:
- ¿Qué quieres que haga con esto, hijita?
- Me gustaría cambiarlo por dinero -explicó insegura-. La persona que me lo vendió me aseguró que esta lotería toca siempre.
- No te lo puedo cambiar -se disculpó la anciana-. Aquí no creemos en el azar. Pero puedes hacer un ingreso en el banco.
-¿Un ingreso? -repuso Ariadna- ¡Pero si no tengo nada!
Al oir esto la abuelita se puso de pie y abrió los brazos antes de decir:
-¡Cómo que no tienes nada...! ¡Tienes mucho! ¿No has visto que este es un banco del Amor? ¡Dame un abrazo ahora mismo!
Sorprendida por tan insólita invitación, Ariadna se acercó a la anciana y, para no ofenderala, le dio un fuerte abrazo como
si fuera su propia abuela.
-¿Lo ves hijita?-le recalcó la anciana-. Acabas de hacer un ingreso de amor.
-¿Y dónde puedo reemborsarlo cuando lo necesite? -preguntó Ariadna, divertida con aquella situación.
-¡En todas partes! -sonrió la anciana-. Eso es lo bueno del amor: da igual donde lo des, porque te será devuelto en todas partes.
- Entonces, ¿por qué hay en esta calle del Laberinto un Banco del Amor?
- Muchas personas se han perdido en el Laberinto de la Felicidad porque han olvidado el arte de dar y recibir amor.
Aquí les enseñamos a hacer un primer ingreso. El resto es fácil: sólo hay que practicar. Cada cual es un banco de amor.
¡No lo olvides!
-Pero ¿cómo funciona este banco?
-preguntó Ariadna.
-Gestiona un amor sin intereses, porque se da libremente sin esperar nada a cambio. Puedes ingresar sonrisas, abrazos,
caricias, besos,mimos...Sea lo que sea lo que inviertas, siempre te saldrá a cuenta y multiplicarás su valor. También puedes
realizar ingresos de mucho valor, pero sumamente discretos: en este banco se valora saber perdonar, callar a tiempo, agradecer
los gestos de otros...El amor es una divisa que nunca pierde valor en la bolsa de la vida. ¿A qué esperas para ponerlo en acción?....."
"EL LABERINTO DE LA FELICIDAD", de Alex Rovira y Francesc Miralles.