Después de un día de duro trabajo me dirigía de camino a casa con mi chupa de cuero, mi melena al viento y mi música a toda ostia en mis orejas. Cuando repentinamente empiezo a ver muchísima gente en la calle y caí en la cuenta... Semana Santa. Otro año más las calles llenas de gente para ver las mismas figuras.
Me llamo la atención que todo el mundo iba en una misma dirección, TODO EL MUNDO, y yo en la dirección contraria, cruzándomelos a todos. La gente me miraba con cara rara, como diciendo mira la oveja negra que no pinta nada aquí, yo los miraba con cara de pena pensando en cómo van todos como borregos sin tan siquiera cuestionarse el porqué lo hacen.
Mientras en el autobús se me quedo una pregunta en la cabeza, ¿por qué?, ¿por qué yo era el que va en la dirección contraria a la multitud?, ¿por qué no soy como ellos?.
Al bajarme en dirección a mi casa recorrí un largo trayecto distinto al que normalmente hago. Mientras tanto sonaba fuertemente esto es mis oídos
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(si lo dejais de fondo mientras lees esto, mejor, así os ambientais y me entendereis mejor
)Pase sobre el puente de una autopista, cuando una sensación de melancolía recorrió mi cuerpo al ver la autopista (llevo meses sin poder ir en moto, pero ese es otro tema), me pare en medio del puente a observar la autopista, para recordar esas historias y caminos recorridos solo o con mis compañeros, esos paisajes grabados en mi memoria como por ejemplo una carretera con un paisaje precioso del País Vasco cuando fuimos a la concentración nacional. Me quede observando lo lejos que llegaba la autopista y como se iba haciendo cada vez más pequeña en el horizonte y recordé esa sensación de no tener destino, de recorrer kilómetros solo por placer.
Seguí mi camino a casa en una recta pegada a la autopista donde sentia los vehículos pasar e incluso tenía la sensación de poder saborear ese olor a carretera, cuando de pronto empezó a soplar fuertemente el viento lo cual hizo que me costara incluso andar, estaba luchando contra el viento, lo sentía fuertemente en mi cuerpo, mi pelo bailaba como loco, me estaba gustando aquello hasta tal punto que abrí mi chaqueta para que el viento pegara más fuerte en mi, tenía frio en las manos pero me gustaba, quería más aire pegando en mi.
Repentinamente note esa sensación, si amigos esa sensación que todos tenemos al ir en moto, ¿sabes cuál es?, es la sensación de libertad, esa sensación de que formas parte del mundo y que puedes sentirlo como nadie que no haya montado en moto puede.
Y es que amigos míos, a mi me gusta sentir la naturaleza, soy de esos que cuando llueve no se mete bajo un paraguas, soy de esos que cuando van en moto cuando graniza tiene miedo por pegarse una ostia pero que a la vez quiere que eso no acabe, soy de esos que aunque no puedan ir en moto tienen esa sensación, la sensación de ser motero, la sensación de ser diferente a los demás.
Quizás por eso ahora me comprendo incluso mejor a mí mismo, por fin hoy he podido entender porque me tatué esto:
Me siento motero, me siento libre.
